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01 Octubre 2021

Cuestión de Principios

Hanna estaba terminando de fregar los utensilios con los que había cocinado el delicioso pavo que por tradición familiar siempre preparaba aquel día tan señalado. La luz del mediodía entraba vigorosa por el enorme ventanal que presidía la bien provista cocina, parecieran aquellos rayos más hambrientos que el resto de los moradores de la casa.

Su marido entró en aquel instante atraído por el familiar aroma que le despertaba un apetito con el que bien podría estar una semana comiendo.

- Mujer, ¿dónde está tu hijo? Ya debería estar aquí, sentado en la mesa. Es el día de su cumpleaños.

-Míralo, está allí, en el jardín, tumbado como acostumbra debajo del manzano -dijo señalando al distraído jovencito que se divisaba en el frondoso jardín que se abría tras la cristalera. El chico parecía estar flotando en un mundo imaginario que sólo él podía ver-. Está jugando con aquel prisma de cristal que le regalaste - continuó-, observando cómo la luz hace su magia y muestra ese arcoíris tan bello.

-¡Válgame Dios! Siempre igual, cualquier día le cae una manzana en la cabeza y nos lo desquicia. ¡Isaac, ven inmediatamente, es hora de comer!- le gritó el padre -. Bien sabes que en casa de los Newton llegar puntual a la hora de la comida es una ley inquebrantable. ¡Te quiero ver aquí a la velocidad de la luz!

-No seas tan duro con él, amado esposo, todavía es un niño y no entiende de leyes ni de principios. ¡Tiempo habrá!

-Dios te oiga, querida mía, Dios te oiga.