Hanna estaba terminando de fregar los utensilios con los que había cocinado el delicioso pavo que por tradición familiar siempre preparaba aquel día tan señalado. La luz del mediodía entraba vigorosa por el enorme ventanal que presidía la bien provista cocina, parecieran aquellos rayos más hambrientos que el resto de los moradores de la casa.
Con motivo del Día Mundial de la Calidad, en el colegio de mi hija (13 años) han organizado un grupo de trabajo para realizar un mural sobre ese asunto. Hecho del que tuve noticia ayer por la tarde cuando muy seria se me plantó delante y me soltó:
-Papá, tienes que contarme qué es eso de la Calidad y para qué sirve.
Ojos fuertemente cerrados y, sobre la cabeza, sábana gruesa. Infantil escudo que desde tiempos inmemoriales usan los niños para espantar monstruos, miedos y pesadillas nocturnas. Fuera, a lo lejos, voces, risas y carreras. Dentro, cercano, respiración entrecortada y latido desbocado...
En un lugar del mundo cuyo nombre no puedo olvidar, no mucho tiempo ha que cabalgaba un caballero enjuto de rostro y de triste figura, en rocín flaco y seco de carnes. Junto a él su fiel escudero en terca mula, bajo y redondo de cuerpo, complexión recia pero alto de miras...
Los costes, los plazos y la calidad son los tres vértices del triángulo que condicionan la toma de decisiones en cualquier proyecto. Subestimar la importancia de cualquiera de ellos produce un peligroso desequilibrio que amenaza y pone en serio riesgo el éxito del proyecto. Y si además esto ocurre de forma no intencionada… ¡Houston, tenemos un problema!
Test para la evaluación de la madurez de los sistemas de gestión